Me gusta que los planes salgan mal

Desde luego que el título de la entrada no anima a seguir leyendo. Pero detrás, de esa frase "Me gusta que los planes salgan mal" hay una gran verdad. ¿Alguna vez has cumplido íntegramente un plan? Yo, aunque lo intento, y sin ningún tipo de pudor, no recuerdo un caso. Será que soy un desastre...o será que los planes no se hacen para ser cumplidos.

Dame un segundo antes de tomarme por un loco. Insisto, los planes no se cumplen. En una ocasión me dijeron, "los planes que se cumplen están mal hechos o manipulados". Pretender cumplir un plan es una tarea casi imposible. Entonces, ¿para qué hacer planes?

Se hacen planes porque el proceso de planificar es el que realmente es importante. Como en otras ocasiones, en el camino está lo interesante, no en el objetivo.

Yo diariamente incumplo mis planes. Por unos motivos u otros, surgen contratiempos, imprevistos o las circunstancias cambian. Es lo maravilloso de la vida y de los proyectos. Pero aún así, planifico. Porque detrás de la actividad de planificar está la intención de prever e imaginar el futuro, de estimar lo que pasará. Y en ese proceso, es en el que nos enriquecemos. Cada vez que planificamos somos más capaces y más ágiles de responder adecuadamente a  los contratiempos porque:

1. Planificando interiorizamos las actividades previstas, ya que el proceso de análisis de las mismas nos lleva a conocer sus entresijos, sus necesidades y sus riesgos.

2. Planificando se establecen sobre el papel opciones para llevar a cabo la tarea, aunque se adopte una. De modo que, en caso de cambios, tenemos presentes alternativas previamente analizadas, que quizá con los condicionantes iniciales no eran óptimas pero con los cambios acontecidos, se vuelven la forma adecuada de actuar.

3. Planificando dedicamos tiempo a lo importante. Sí, a adelantarnos a los problemas para precisamente eliminar su perversa naturaleza. Porque un problema previsto, se convierte en una circunstancia, requisito o condicionante, pero no un problema. 

4.  Porque planificando incrementamos la probabilidad de lograr una correcta ejecución. Y si la ejecución es lo tangible, la planificación es el proceso virtual que la hará más sencilla. Que no te engañen, el tiempo que no se dedique a planificar, será tiempo y recursos perdidos en la ejecución. Seguro.

Si en algo debe ser capaz de destacar un project manager, un director, un dirigente es de planificar. Planificar para identificar riesgos, trazar caminos y sobre todo tener mayor capacidad para gestionar la incertidumbre en la que nos movemos. Los que mejor gestionen esta incertidumbre serán sin duda los grandes dirigentes (ya sea de proyectos, empresas o países) del futuro más cercano. Las aguas son bravas y las habilidades que se exigen, han cambiado. Y se exige flexibilidad y para ello, que mejor que la planificación como ejercicio preparatorio. 

Un par de apuntes más sobre la planificación, pero ya no serán míos.

Lo dicho hasta ahora es fruto de mi experiencia. Y parece que no va desencaminado y es el sentir general. El PMBoK® del PMI® (es la principal organización mundial dedicada a la Dirección de Proyectos) en la cuarta edición de su cuerpo de conocimiento, al grupo de procesos directivos que más importancia da es al de la planificación: un 48% de los procesos que un project manager desarrolla son de planificación.

Ya para terminar, merece la pena que os asoméis a marketingstorming.com, un blog de reciente creación que apunta muy buenas maneras. Os redirijo a "Lo que Eisenhower y Tyson te pueden enseñar sobre Estrategia" y a "Planificación en 3 niveles", en donde breve y acertadamente Alberto Terol y Jaime Jiménez disertan sobre el proceso de planificación.

Venga, a planificar y a ver si consigo que los planes salgan mal, pero lleguen a buen puerto.