15 mayo 2013

"El Principito" enseñando gestión empresarial

Hace un par de semanas, leyendo la entrada "Cómo comerse a un elefante" en el magnífico blog "Marketingstorming", al final de la misma aparecía una ilustración del libro "El Principito". Quizá sea un raro, pero debo confesar que en mi niñez, cuando se supone que debe ser leído, este libro no cayó en mis manos y a mis treinta y tantos, aún lo tenía sin leer. Así que decidí hacerme con él y saldar la deuda. Ha resultado ser un libro realmente inspirador. Y claro, aunque me gustaría ver y pensar como un niño, lo cierto es que no es así, al menos en parte. Así mis ojos y mi mente, inconscientemente supongo, buscan y entienden de manera muy diferentes a como un niño pudiera hacer al leer "El Principito". ¿Te imaginas de qué manera? Pues efectivamente, mirando al mundo de la empresa. No podía ser de otra forma :)

No va a ser una puesta en paralelo de todo el libro al mundo empresarial, pero sí quería destacar dos puntos que podrían aplicarse a la situación de muchas empresas. Y un tercero, que será el punto y final de la entrada, que nunca deberíamos olvidar y siempre desarrollar.

Para los que cómo yo, hasta hace muy poco, no habéis leído el libro, decir que en un momento determinado "El Principito" nos relata su viaje en el que descubre seis planetas. Cada uno de ellos habitado por una única persona: un rey, un vanidoso, un bebedor, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo.

¿Quiénes crees que me llamaron más la atención? Pues el farolero y el geógrafo.

EL FAROLERO

La clave es la consigna. Apagar el farol por la mañana y encenderlo por la noche. Parece sensato.  El gran drama del farolero era que cada año que pasaba su pequeño planeta giraba más rápido habiendo llegado a un punto en que giraba ¡una vez por minuto! Menudo trajín. Pero la consigna era la consigna. Así que continuaba fiel a la consigna. Buenos días y apagaba el farol; buenas noches y encendía el farol.

A mí este farolero me recuerda a algunas empresas que no se han dado cuenta que el mundo ha cambiado, que vivimos un cambio de época, en la que los paradigmas pasados no son válidos y al mundo, a la empresa, al cliente hay que verlo con otros ojos y cambiar las consignas ya caducas. Hay que evolucionar, adaptarse. Si no lo haces, te pasará como al farolero del libro, que no podía dormir. Pero por motivos muy diferentes. El farolero tenía mucho trabajo, pero tú, tu empresa, te quedarás sin él.

EL GEÓGRAFO
"- ¿Qué es un geógrafo? 
- Un sabio que conoce dónde se encuentran los mares, los ríos, las ciudades, las montañas y los desiertos"

Vaya, ¡un auténtico sabio! Sí, pero su trabajo dependía de los exploradores. Porque un geógrafo recopila, pero no investiga. "El geógrafo es demasiado importante para ambular. No debe dejar su despacho"

A mí esto me suena a los directivos que no salen de sus despachos. A los directivos que no pisan la calle, que no visitan clientes y que no pulsan la realidad. A los directivos que en vez de tener información de primera mano, aunque sea imposible tenerla toda, dejan en manos de sus colaboradores toda la tarea de obtener información. Es cierto que los equipos están para trabajar conjuntamente, cada uno con sus responsabilidades, pero si el directivo es el máximo responsable de una organización, ¿no debería conocer de primera mano lo que ocurre? ¿No debería dar ejemplo? A "El Principito" le extrañaba esta circunstancia, como a mí me extraña que algunos responsables de empresas no salgan de sus dominios. Hay que mirar hacia afuera. Debería ser obligatorio por contrato. Porque aunque el geógrafo solo estaba preocupado por lo permanente,  por lo inmutable, la realidad es que pocas cosas lo son. Quizá el cambio no es perceptible, pero en el mundo empresarial, los detalles cuentan y mucho y muchos cambios es importantes detectarlos cuando están siendo incipientes. El que pega primero, pega dos veces.

Y POR FIN

A lo largo del libro, una frase se repite: "Nunca hay que renunciar a una pregunta una vez formulada". Porque si algo es el libro es una continua pregunta a través de las que el protagonista descubre su entorno. Una actitud que deberíamos tener todos. La realidad es que estamos educados para dar respuestas, pero no tanto para hacer y hacernos preguntas. Y es ahí donde reside la clave de para mejorar, descubrir, mejorar. La pregunta como herramienta de la curiosidad. Preguntar, cuestionar lo establecido, el porqué de las cosas, el cómo... para después buscar respuestas a las preguntas planteadas, como hace "El Principito".

Te animo a que si ya has leído el libro, quizá hace años en tu niñez no como yo, lo vuelvas a hacer porque estoy seguro que la perspectiva será diferente.  Quizá dentro de unos años, cuando lo vuelva a leer, descubra cosas que hoy están ocultas para mí. Quizá en lugar de envejecer, rejuvenezca... ¿por qué no? Y si no, con lo aprendido por el camino, que espero sea mucho, habrá un filtro diferente que con seguridad me hará descubrir matices distintos.

2 comentarios:

  1. Hola Celso

    En primer lugar muchas gracias por tus piropos.

    Lo cierto es que hay muchos libros de esos "para niños" que tienen muchísimas lecturas y muy interesantes una vez somos adultos. El Principito es magnífico.

    Tus lecturas empresariales del mismo son estupendas. Te animo a que sigas tirando de clásicos y te leas (o releas si ya lo hiciste en su día) "Alicia en el país de las maravillas", que te va a sorprender. Hay pasajes realmente interesantes.

    Un abrazo fuerte

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    Respuestas
    1. Hola marketingstorming:

      No hay nada que agradecer, realmente el halago a vuestro blog es más que merecido.

      Parece que se me acumula el trabajo. El clásico de Lewis Carroll es otro de los pendientes. La verdad es que he visto tantas versiones en cine desde bien pequeño que nunca me he animado a leer la fuente original. Pero recojo tu recomendación y me lo apunto a la lista de lecturas.

      Gracias por tu visita y comentario.

      Un abrazo.

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