Defender que internet es el fin del negocio es sencillamente una aberración fruto del inmovilismo que con demasiada frecuencia padecemos. Inmovilismo quizá resultado de la comodidad de la rutina o quizá del miedo al cambio. Pero en cualquier caso una justificación insuficiente porque como ya he comentado recientemente, "Olvídate de ti, piensa en tus clientes y observa". No seré yo el que clame la muerte y entierro del formato físico. Al contrario, algún formato particular, como es el vinilo, sus ventas en los últimos años se han incrementado por el interés que despiertan en coleccionistas y personas que disfrutan de la calidad del sonido de los clásicos vinilos. Es decir, crece porque el cliente lo demanda al encontrar o descubrir un valor, no porque la industria lo impone.
Lo curioso de todo es que las grandes discográficas, quizá a priori las más interesadas en mantener su hegemonía y no verse atacadas por pequeñas nueva ofertas o por nuevos modelos de negocio, se suben al carro de la innovación, aunque sea de manera indirecta participando de estas nuevas opciones de consumo. Sin embargo, otros actores interesados, se empecinan en mirar a otro lado y agarrarse a la idea de que internet y la piratería van de la mano. Toda innovación tiene riesgos y los avances de la humanidad nos lo han demostrado a lo largo de los siglos. Hay que poner límites, pero no permanecer monolíticos.
Hasta en la piratería hay oportunidades. Y con esto no la quiero defender, ni mucho menos. Lo saben los distribuidores de software que ven como gracias a la "piratería" y al conocimiento extendido de sus programas, posteriormente se compran por ser los que se saben usar. De la misma manera, conocer a artistas o sus nuevos discos a través de la "piratería" hace que muchos contenidos se vuelven virales o incluso animen a las personas a adquirir canciones, discos o asistan a conciertos. Pero es mucho mejor más reaccionario ver solo la parte negativa. A lo mejor, lo más efectivo fuera cambiar la mentalidad y regalar ciertos contenidos para conseguir vender otros. Eso ya no es piratería, es saber aprovechar las circunstancias.
Si algo tengo claro es que casi nada es para siempre y hay que estar en permanente estado de aprendizaje y evolución. Lo que ayer funcionaba, tengamos por seguro que mañana no lo hará. Los cambios se suceden a velocidad vertiginosa en las últimas décadas y o nos mentalizamos de ello y ponemos de nuestra parte, o lo pasaremos muy mal. Tome nota la parte de industria musical que aún no lo ha hecho.
Para terminar, os dejo un fragmento del programa de Torres y Reyes de La2 del pasado jueves, que me ha inspirado la entrada de hoy y en el que se debatió sobre este tema. Quizá faltara la voz del sector más contrario a internet, pero aún así resultó muy interesante lo que en ese debate se dijo. Os animo a verlo y sobre todo, escucharlo:
Pero tampoco hay que creer que el modelo de negocio no debe cambiar. Es evidente que la tecnología ha irrumpido con fuerza en todos los ámbitos de la nuestras vidas y nuestros usos y costumbres han cambiado. Y la relación con la música no es una excepción. Internet, dispositivos móviles, cierto consumismo exacerbado, hiperconectividad, el aquí y ahora... No son invenciones mías, lo vemos todos a nuestro alrededor. Esto es sin duda lo que hay y en lo que estamos. La industria musical puede pretender perpetuar el modelo tradicional con el formato físico, pretender culpar a la piratería o al IVA de todos sus males, o a internet, pero para mí, son excusas. Los hechos están ahí y la música en streaming o modelos como Spotify triunfan. Y si es así, es porque los consumidores lo demandan, se empeñe quien se empeñe en predicar algo diferente.
Internet y la llegada de lo digital al mundo de la música ha abierto un mundo de posibilidades para el que esté dispuesto a acercarse a él.
1. Ha favorecido la desintermediación. La relación cliente y músico puede llegar a ser directa, o al menos más directa. Esto conlleva beneficios para todas las partes. Los músicos consiguen mayores ingresos al desaparecer intermediarios y el cliente a menudo mejores precios porque se eliminan sumideros de márgenes que repercuten en el precio. Además de los aspectos económicos, los músicos pueden gestionar con mayor libertad su carrera, sin cortapisas o imposiciones y con una menor cantidad de recursos. Se han minimizado las barreras de entrada.
2. Las redes sociales y nuevas formas de creación más cercanas al consumidor (cocreación) se están conformando como una excepcional manera de crear música a la vez que se realiza marketing. Un maravilloso ejemplo es el Plan B de Carlos Jean, del que ya os hablé.
3. La tecnología ha permitido que empresas como Spotify hayan ideado nuevos "modelos de negocio", aprovechando las posibilidades. Digo "modelo de negocio" porque se dice, se comenta que aunque los ingresos de Spotify crecen, no acaban de lograr beneficios. Y un modelo de negocio que no sabe como generar beneficios, es un modelo incompleto e insostenible.
Y también iTunes, ideado por Apple. Sin duda otro de esos modelos que han triunfado y que sin la tecnología internet habría sido imposible.Es evidente que por el camino se quedarán empresas del sector, sí. Para bien o para mal es como funciona. O te adaptas y rápido o el riesgo de desaparecer es muy elevado. Y en estos casos tienes dos opciones, o aprovechar las oportunidades que te brinda lo que te rodea o te empeñas en darte golpes contra un muro. Yo, al menos, lo tengo claro... es menos doloroso. Me temo que la música no está en crisis, sino los modelos caducos que no tienen en cuenta al consumidor, que por cierto es quien da y quita razones.
Lo curioso de todo es que las grandes discográficas, quizá a priori las más interesadas en mantener su hegemonía y no verse atacadas por pequeñas nueva ofertas o por nuevos modelos de negocio, se suben al carro de la innovación, aunque sea de manera indirecta participando de estas nuevas opciones de consumo. Sin embargo, otros actores interesados, se empecinan en mirar a otro lado y agarrarse a la idea de que internet y la piratería van de la mano. Toda innovación tiene riesgos y los avances de la humanidad nos lo han demostrado a lo largo de los siglos. Hay que poner límites, pero no permanecer monolíticos.
Hasta en la piratería hay oportunidades. Y con esto no la quiero defender, ni mucho menos. Lo saben los distribuidores de software que ven como gracias a la "piratería" y al conocimiento extendido de sus programas, posteriormente se compran por ser los que se saben usar. De la misma manera, conocer a artistas o sus nuevos discos a través de la "piratería" hace que muchos contenidos se vuelven virales o incluso animen a las personas a adquirir canciones, discos o asistan a conciertos. Pero es mucho mejor más reaccionario ver solo la parte negativa. A lo mejor, lo más efectivo fuera cambiar la mentalidad y regalar ciertos contenidos para conseguir vender otros. Eso ya no es piratería, es saber aprovechar las circunstancias.
Si algo tengo claro es que casi nada es para siempre y hay que estar en permanente estado de aprendizaje y evolución. Lo que ayer funcionaba, tengamos por seguro que mañana no lo hará. Los cambios se suceden a velocidad vertiginosa en las últimas décadas y o nos mentalizamos de ello y ponemos de nuestra parte, o lo pasaremos muy mal. Tome nota la parte de industria musical que aún no lo ha hecho.
Para terminar, os dejo un fragmento del programa de Torres y Reyes de La2 del pasado jueves, que me ha inspirado la entrada de hoy y en el que se debatió sobre este tema. Quizá faltara la voz del sector más contrario a internet, pero aún así resultó muy interesante lo que en ese debate se dijo. Os animo a verlo y sobre todo, escucharlo:
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