24 marzo 2014

Una botella, un billete de metro

Hay muchas maneras de incentivar el reciclaje, desde campañas de concienciación, a talleres, visitas a plantas de reciclaje para conocer el proceso, etc. Y también intercambiando botellas de plástico por billetes para el metro. Esto es lo que han hecho en China hace un par de años y ahora están instaurando en México.

En esta interminable búsqueda de nuevas formas de afrontar problemas y buscar soluciones, he encontrado esta noticia: "Los ciudadanos de Pekín pagan su viaje en metro con botellas de PET". Para ello, se han instalado en las estaciones de metro una máquinas expendedoras pero que en lugar de monedas aceptan botellas de plástico como forma de pago. Más allá del hecho casi anecdótico de poder pagar con plástico el billete de metro, está el carácter de concienciación y creación de hábito que se forja y establece a través de un sistema de recompensa como es adquirir "gratuitamente" un billete. De este modo, se tangibiliza el valor de una botella de plástico que habitualmente es considerado un residuo.

Frente a las sanciones por un mal reciclaje, la vía de la recompensa suele ser una forma más beneficiosa a efectos psicológicos. Hay una frase que se me ha quedado grabada que dice: "un comportamiento se repite en el tiempo es porque recibe recompensa". Sí, un resorte mental que funciona. Se puede usar para hacer el bien o el mal, evidentemente, pero en este caso, optaremos por la versión más benévola. Y a base de repetir un comportamiento se crea un hábito que, al final, ya no es necesario recompensar. ¿Por qué no utilizarlo para educar o promover hábitos positivos? Sí, incluso asociado a un entorno gamificado, con puntos y retos, todo un mundo de disparadores emocionales.

Parece ser que la iniciativa de pagar con plástico no ha triunfado completamente en Pekín, debido a los rasgos culturales. Un aspecto a menudo olvidado al plantear novedades y que sin embargo, lleva a fricciones que acaban enterrando los proyectos. Tal vez falta de conocimiento del mercado, tal vez unas malas herramientas. De ahí la importancia de, ante problemas nuevos que no tienen una aproximación lineal a la solución, poner a las personas en el centro y al contexto como envolvente del proceso de descubrimiento. Solo así, habrá un encaje completo.

Y si en China no funcionó del todo, ¿funcionará en México? Quien sabe. La cultura de ambos países es radicalmente diferente y el estado de concienciación con el reciclaje también. Por ello, el sistema de recompensas así como la propia comunicación ha de diseñarse consistentemente con las peculiaridades de cada lugar. No hacerlo así, será un fracaso seguro. En los países desarrollados, con un histórico relativo al reciclaje, el medioambiente es un elemento integrado en el día a día, de modo que tiene consideración de bien público. En países menos desarrollados, el medioambiente es fundamentalmente un bien econónomico. Por ello, no caben planteamientos idénticos para lugares con diferencias culturales importantes. Es el riesgo de utilizar recetarios en vez de la cabeza.

De hecho, en México, el pago con plástico y no hablo de tarjetas de crédito, se plantea en un estadio superior de desarrollo, va más allá, pudiendo canjearse el reciclaje por puntos acumulables para descuentos, algunas compras, donaciones a causas benéficas y otros fines.

Una iniciativa que traigo al blog por la novedad de dar valor a la basura de una manera explícita, más allá del discurso fácil y repetitivo. Veremos los resultados.

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