No me voy ni a molestar en comentar mucho sobre la noticia de la semana, sino del año. Ni siquiera enlazar ninguna fuente. Creo que todo aquél que esté llegando a este blog la conocerá: Facebook ha comprado Whatsapp por 14.000 millones de euros. Supongo que sobran también las presentaciones sobre Facebook y Whatsapp. Así que me las ahorro.
En primer lugar, porque pierdo la cuenta del número de ceros que hay en esa compra-venta, es obsceno. 14.000 millones de euros es el PIB de países como Honduras o Nepal, supera el de países como Islandia y duplica el de otros países como la República del Congo, la República de Macedonia o Malta. Vale que solo una cuarta parte es en metálico, pero aún así.
En segundo porque no sé que gran modelo de negocio es el de Whatsapp que cinco años después sigue sin saber como obtener beneficios. Es cierto que tiene un número de usuarios y más importante, un porcentaje de ellos activos elevadísimo. Es cierto que ha triunfado porque ha resuelto una necesidad de comunicación mediante mensajería instantánea. Pero solo de usuarios activos no vive una empresa. Lo que mola es que suelten dinero. Quizá Whatsapp aún es una startup en la búsqueda de su modelo de negocio, pero mi sensación es que no tenían ni idea de cómo hacerlo rentable y los fundadores (e inversores) del servicio de mensajería estaban esperando precisamente lo que ha ocurrido: un pelotazo. La burbuja de crear aplicaciones a la espera de engordar en usuarios para que alguien las compre. Bonita métrica que es muy útil en un momento determinado del ciclo de vida de un proyecto emprendedor pero que se convierte en pura vanidad sin un modelo de negocio claro. Lícito desde luego, al igual que especulativo puesto que sin modelo real se sostienen con fondos de inversión que inyectan capital intentando que alguien afloje la cartera; inteligente, puede ser pero desde el punto de vista de un modelo de negocio completo, no aporta demasiado. Tal vez Facebook haya encontrado la manera de hacerlo rentable y espero que así sea por el bien de su, de momento, generoso gasto.
En tercer lugar, cierto es que Whatsapp con su brutal número de usuarios puede ser usado por Facebook para dirigir tráfico a su aplicación, mayor acceso a usuarios en algunos países donde Facebook no ha penetrado lo suficiente o emplearlo como canal de distribución de aplicaciones o vaya-usted-a-saber. Puede ser una opción, más si tenemos en cuenta que el tráfico móvil se ha incrementado y parece que será el que mayor volumen mueva en los próximos años y Whatsapp, tirón, desde luego tiene a la vista de sus 450 millones de usuarios activos. Facebook y su mensajería parecen no tirar hacia adelante y quizá con la compra quieran dar un empujón a esta manera de comunicación que ellos no han sabido o podido potenciar. Pero usuarios activos no es sinónimo de clientes, insisto, sin un modelo de negocio.
A la sombra, o no tanto, de esta compra, ha aparecido otro pescador que se ha llevado su botín. Los fondos de inversión de Whatsapp y los propios fundadores, se están frotando, como poco, las manos. Pero en Telegram, a la que tampoco os voy a presentar, le están cayendo del cielo 100 usuarios por segundo desde que se conocía la compra de Facebook. No está mal. Volvemos a lo mismo. Los usuarios están muy bien y en determinados modelos de negocio, son fundamentales... ¿pero de qué modelo estamos hablando? Son aplicaciones que evidentemente gustan, resuelven un problema y cubren una necesidad y desde el punto de vista del usuario, eso está genial porque encima es gratis. Pero no es suficiente en los negocios, sean del tipo que sean y más en un tan volátil como se está mostrando éste.
Si recordáis, hace poco más de un año Whatsapp intentó y medio consiguió cobrar a los usuarios de Android. Fue un primer toque, no sé si con mucho sentido, de atención de sus usuarios verdosos (en iOS siempre ha existido el pago por suscripción). Por ahí el modelo de negocio no parecía ser virtuoso. Parecía el acabóse, la apocalipsis, tendríamos que volver a hablar... fue Line uno de los beneficiados, aunque en España, no llegó a triunfar realmente mucho. Somos un país difícil. Line, sonó mucho pero había otras opciones como Viber, Spotbros (española, por cierto) o el propio Skype que permitían satisfacer la misma necesidad. Triunfó Whatsapp en su día, pero desde luego no es un producto ni un servicio inimitable. Lo bueno, es que ya tiene millones de usuarios, encontró el momento y eso, hay que reconocerlo, sí tiene mérito.
En este marco, a mí lo que me ha sorprendido es que Telegram esté recibiendo semejante número de altas. Vivimos con frecuencia adquisiciones de unas empresas por otras y que yo sepa, no se produce una potencial migración "preventiva" o "de castigo" a la competencia por el solo hecho de haber sido adquiridos. El problema en este caso, creo que radica en la falta de confianza que los usuarios tienen en Facebook y en sus políticas.
Facebook es una red social que utiliza información personal de manera no siempre transparente y que basa su modelo en la publicidad, a la que hasta ahora Whatsapp renunciaba por principios. A Whatsapp se le achacaban fallos de seguridad que parece resolver Telegram, pero se le perdonaban porque "parecía" que no comerciaba con los datos, no había publicidad intrusiva, en definitiva, parecían majos. Pero ahora que ha sido comprada, la duda se hace muy grande. Éste es creo yo el principal motivo del éxodo a Telegram y un hecho que debería preocupar y mucho a Facebook. De hecho, ya se han apresurado desde Facebook y Whatsapp, los unos a asegurar que los adquiridos seguirán siendo independientes y los otros que mantendrán sus políticas de no publicidad.
Las cuentas en el negocio de Facebook salen pero estos detalles son un reflejo de la desconfianza hacia el señor Zuckerberg y sus prácticas. Tal vez, limpiar su imagen y cambiar sus comportamientos son la mejor inversión que podría hacer Facebook en el futuro, ahora que sobrevuela la amenaza de un descenso del uso de Facebook por los más jóvenes, unos "millenials" preocupados por problemas con la privacidad y el intrusismo en su vida sin consentimiento (a pesar, del sí he leído y acepto).
Ya sabéis, el tiempo y los clientes (no solo usuarios), serán los jueces.
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